Para hablar de que es una crisis curativa tendríamos que mirar primero algunos de los conceptos acerca de lo que entendemos que es «estar enfermos».
Asociamos el estar sanos a sentir un bienestar físico y psíquico, estar con un tono energético alto, tener un estado mental y emocional óptimo, o en su defecto no sentir nada.
Creemos que tener determinados síntomas molestos o desagradables es porque algo malo le está pasando al cuerpo, porque estamos enfermos, y esto consideramos que es algo que está fuera de la normalidad y hay que cortarlo de alguna manera.
Pensar en estos términos es como creer que estamos vivos cuando estamos despiertos y que dormir es un estado inaceptable.
De igual manera que el organismo tiene los ciclos de sueño y vigilia también los tiene de actividad del sistema simpático para hacer frente a los desafíos de la vida y posteriormente la actividad parasimpatica que proporciona la recuperación del organismo.
Diariamente vivimos circunstancias de diversa índole que en mayor o menor medida nos suponen un reto, el «mantener el tipo» en nuestras relaciones (con la familia, en el trabajo, …), la adaptación al clima, los factores irritantes de la alimentación, la contaminación en todas sus formas, el estrés que vivimos al afrontar nuestra cotidianidad, etc.
Todas estas situaciones a las que hacemos frente nos generan una fricción interna, una irritación o la tensión derivada de haber sometido al organismo a algún tipo de desafío, a algún tipo de estrés, aunque sea positivo.
El organismo necesita dar una «respuesta» a las experiencias vividas como un proceso de reorganización interna y para su adaptación al medio.
La respuesta será diferente dependiendo del tipo de estímulo y área vital al que se dirige; puede ser una acción ante una demanda del medio como dar un salto cuando se nos aproxima un vehículo, puede ser una reacción emocional (de enfado, de tristeza, de miedo,…) que nos genera un hecho determinado, como la tristeza por la pérdida de una relación o la reacción de enfado ante una ofensa. También los resfriados cuando hay variaciones climáticas es una clara respuesta del cuerpo a una variable a la que precisa adaptarse, las reacciones corporales que ocurren cuando el cuerpo necesita desembarazarse de un tóxico, el vomito, la diarrea, la orina, los mocos, el sudor,… Todos ellos son procesos biológicos mediante los que el organismo procura mantener su equilibrio e integridad.
Así, parece ser que ciertos tipos de «enfermedades» tienen que ver con procesos que el cuerpo emprende para recobrar la salud.
Seguramente todos hemos tenido la experiencia en un momento u otro de haber vivido una situación de estrés ya sea puntual o de más larga duración y posteriormente cuando esta ha pasado y se ha relajado la tensión hemos padecido una una diarrea, un vomito, una gripe, una migraña (¡de fin de semana!) o algún otro malestar al que le podemos relacionar claramente con el resultado de la circunstancia vivida.
Así, el problema no está en el proceso que está ocurriendo en el momento, el problema ha sido anterior, los síntomas son el drenaje, la purga, la depuración que se realiza en los tejidos y órganos irritados, muchas veces ayudados por microbios que al contrario de ser los que provocan la enfermedad son los aliados que nos ayudan en la limpieza ayudando a liberar las toxinas y sustancias nocivas del organismo.
Si, después de la tormenta viene la calma, y cuando esta viene el organismo aprovecha para desintoxicarse, para restablecer su equilibrio vital.
De todas maneras y aunque seamos conscientes de ello, desafortunadamente nuestro ritmo de vida no nos permite tomarnos el tiempo para que el cuerpo se regenere. Ya sabemos lo fortalecidos que salimos después de unos días en cama con fiebre, cuidándonos, tomando comida ligera con caldos y zumos, pero no, eso no cabe dentro de nuestra forma de vida enfocada en el rendimiento y la productividad. Sabemos que nos va bien, nuestra propia naturaleza nos lo transmite, es lo que nos pide el cuerpo y lo que necesitamos hacer, pero esto solo se le permite a los niños.
El ritmo de vida de los adultos con sus responsabilidades y obligaciones fuerzan al organismo a estar siempre en un estado funcional. Para eso están los antibióticos, los analgésicos o los antiinflamatorios usados de manera compulsiva ante la emergencia de cualquier tipo de malestar.
El mito de que los autónomos tienen una protección natural a las enfermedades no es así por supuesto, no se enferman porque no se lo pueden permitir. La responsabilidad para con su trabajo es tal que no pueden bajar la guardia, el sistema nervioso se mantiene activo, no se puede relajar por la preocupación y la percepción de un desafío constante.
Quizá al coger unas vacaciones, pueda descansar y al descender su grado de preocupación surja un resfriado, una gripe o algún tipo de proceso depurativo que permita que la salud aflore más plenamente.
Esto es, ¡“enfermar» para estar saludable, o mejor dicho depurar para estar saludable!
Desde antiguo es conocido por los médicos de familia y los de orientación naturista los llamados emuntorios. La piel, las mucosas del sistema respiratorio, del tubo digestivo, las glándulas de secreción de sudor, sebáceas, de saliva, la formación de orina, y otras, son las vías naturales de eliminación de residuos que el cuerpo desecha.
Vemos que la propia naturaleza del organismo entra en estados de readaptación con los consecuentes síntomas asociados que derivan del proceso de eliminación de toxinas, tensión nerviosa y demás.
Y habiendo matizado una perspectiva diferente de lo que entendemos por estar enfermo, aunque al mismo tiempo muy contemplada en la medicina más tradicional podemos hablar de lo que llamamos crisis terapeutica ó crisis curativa.
Una sesión de terapia como la Biodinámica Craneosacral en ocasiones proporciona una profunda e intensa reorganización interna, de manera que a veces se puede desencadenar sobre todo en la primeras sesiones la llamada crisis curativa que por sus desagradables manifestaciones la podemos considerar como un empeoramiento del estado de salud, cuando en realidad es una benéfica reacción del cuerpo que en su propia autorregulación se libera de lo que le sobra permitiendo que un mayor potencial de salud se manifieste.
El el trabajo de orientación Biodinámica donde no hay ningún tipo de intervención externa sino que lo que se hace es facilitar y acompañar al organismo en su propia capacidad de regulación interna resulta sorprendente y bienvenido este tipo de reacción que en si mismas son de poca duración, no mas de dos días e indican una inequívoca y positiva respuesta al tratamiento.
No quiero decir que las crisis terapéuticas sean una reacción necesaria tras una sesión, pero si después de una sesión de Biodinamica Craneosacral se tienen bostezos, una diarrea, incluso agujetas, o uno vomita, cosa que no es usual pero que podría pasar, no es un perjuicio todo lo contrario es una bendición, es como si te hubieses comido algo que es nocivo para el cuerpo y este tiene la capacidad de expulsarlo.
También depende del tiempo que estás guardando algo su salida será más ligera o será más intensa
El organismo necesita dar respuesta a las experiencias vividas en su relación con el entorno para mantener el equilibrio vital y estas crisis son sus respuestas adaptativas.
Si has guardado un rencor va a tener que salir de alguna manera, el miedo enquistado, la tristeza y la depresión, la intoxicación alimentaria o medicamentosa, la tensión y estrés crónico.